miércoles, 18 de mayo de 2011

Indignaos

Anoche comencé a leerme el libro de Stèphane Hessel, con excelente prólogo de José Luis Sampedro. Aunque no me ha hecho falta terminarlo para removerme algo dentro y que tome forma mi indignación...

Estaba muy contenta porque su mensaje parecía haber calado en nuestra sociedad. El mismo Hessel se alegraba de que al fin los españoles nos hayamos indignado y hayamos salido a la calle a protestar, debe haber sido para él como un regalo no esperado una respuesta de tal tamaño.

Yo estoy indignada. Porque seamos mercancía en manos de los políticos, de los banqueros, que paguemos siempre los mismos la crisis, que los que la provocan salgan de rositas, de que no haya una ley electoral justa que dé los escaños proporcionales al número de votos que consigue cada partido, de que estemos a las órdenes de otros países más poderosos en Europa que sean los que imponen sus reglas, de la corrupción política, del sueldo de éstos, a los que no les pasa factura los recortes...

Lo dicho, estoy indignada. Y me sentía sola, pensando en que hoy día la gente sólo se echa a la calle cuando gana su equipo de fútbol, pero no ante las injusticias sociales. Ahora veo que no. Que movimientos como puede ser Democracia Real Ya, usando el poder de internet y las redes sociales, han conseguido unirnos de forma espontánea a todos por una causa común, independientemente de los colores políticos; aunque ya he visto a algunos apoyar este movimiento como si les estuvieran representando, y a otros, como la señora Esperanza Aguirre acusar al Gobierno actual del descontento causante este movimiento para a ver si así de paso nos ganamos unos cuantos votos más, como si ellos tuvieran la llave que abren todas las puertas... Eso, callándome la opinión que tengo de algunos, que cada vez que hablan, echan florituras por sus boquitas, por no indignarme más aun... Me indigna además que gente lo relacione con colores políticos cuando lo que nos une es una misma ilusión, las ganas de ver un cambio que tanto ansiamos.
Estaba ilusionada por estas ganas de cambio. De ver que juntos podemos hacerles saber a todos, al mundo entero, a los políticos, que es otra cosa lo que queremos. Y todos están invitados a participar.

Mi punto álgido de la indignación ha sido cuando no se nos ha permitido indignarnos, y así mismo manifestarnos. Esta tarde ha sido desautorizada por la Junta Electoral la concentración convocada en Puerta del Sol a las 20 horas ¿Los motivos? Que una de las peticiones a las que se hacía referencia por los manifestantes, la del voto responsable, "puede afectar a la campaña electoral y a la libertad del derecho a los ciudadanos al ejercicio del voto". Es de risa si no fuera para llorar, o para indignarse más aun. Que yo sepa, nadie está obligando a nadie ejercer su derecho al voto para que escojan una determinada opción, ni ponen una pistola en la cabeza para teñir el voto de cualquier color político. Y si no quieren que votemos de forma responsable, ¿qué pretenden? ¿que votemos como tontos o como borregos...? Me temo que es eso lo que persiguen, porque no encuentro otra explicación. Además, tampoco estamos en período de reflexión en caso de buscar un llamamiento para las urnas como para impedir que se realizase tal petición...

La Constitución (los que nos la tenemos que aprender para optar a trabajos en el sector público la conocemos bien) "reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa" en el artículo 21. Incidamos en eso de autorización previa, que aun habiendo sido solicitada en este caso, ha sido denegada. Parece ser que hay personas a las que les molesta, no sé si porque no les gusta que les remuevan las conciencias, o porque piensan que pueden salir electoralmente perjudicados por esta iniciativa. De cualquier modo es inconcebible que se desautorice una manifestación pacífica en la que se usa la libertad de expresión, dicho sea de paso, recogida en el artículo 20.

Tanto tiempo quejándonos de que no protestamos, de que no nos movilizamos, de que nos quejamos mucho y no hacemos nada, y cuando unimos nuestras fuerzas quieren cortarnos las alas. Que se enteren: la censura no es el modo. Y nadie nos va a callar, porque somos nosotros los que os prestamos nuestras voces. Pero no para esto.

Ojalá estuviera en Madrid para poder prestarles mi apoyo con mi presencia... Como no puedo, lo hago gracias a redes sociales y al derecho a la pataleta que me permite ejercer este mi blog. Aunque, ¿quién sabe? a ver si van a cerrármelo también por decir lo que no quieren oír... Puestos a censurar...

sábado, 14 de mayo de 2011

Polvo eres...



Hace unos días venía escuchando la radio, que tanta compañía me hace en los desplazamientos del y hacia el trabajo, un programa en el que hablaban de un curioso libro. La segunda parte de "Polvo eres", de Nieves Concostrina, al que ha titulado "Y en polvo te convertirás"
Me resultó muy curioso cómo de un tema tan serio, que tanto suele asustar, o al menos imponer respeto, surgen las historias más surrealistas e hilarantes. Pensé que, aunque no fuese un libro para pasar con él a la historia, al menos sí sería entretenido, y cuanto menos, sorprendente.

Hablaban cómo, por ejemplo, cuando murió Kurt Cobain no le dejaron "instalarse" en ningún cementerio, puesto que no querían que les sucediese como con la tumba de Jim Morrison, que se convertió en lugar de culto y peregrinación, saturando de visitas el cementerio de París. Y Kurt, tras su muerte, se quedó sin "casa". Así que su mujer decidió incinerarlo y repartir sus cenizas. Un montoncito se lo quedó ella, que lo guardó en un bolso con forma de peluche, el cual conservaba en su propio hogar. Un día entraron en su casa a robar y se llevaron, entre otras cosas, el bolso. Al tiempo, las cenizas de Kurt Cobain se vendían (y se compraron) en internet. Ya ves, hay gente para todo... Incluso se dice que Courtney Love, su mujer, acostumbrada a aspirar todo tipo de sustancias, quiso hacer lo mismo con las cenizas de su difunto marido.




Pero no era ésta la historia más llamativa de las que hablaron. Me surgió una duda que nunca me había planteado hasta que oí ese programa de radio. ¿Qué pasa si en una pareja de hermanos siameses muere uno de ellos...? Curiosa pregunta... ¿Acaso tendría que cargar el hermano vivo con su hermano muerto pegado a su cuerpo...? Porque si no comparten órganos vitales, no tienen por qué morir a la vez... Pero a lo mejor tampoco pueden separarse... Ya de por sí, la vida de los siameses me ha parecido algo llamativo, porque están obligados a ponerse de acuerdo en todo. Si en la vida era así, ¿sería así también en la muerte?

Explicaron entonces el caso de los hermanos Chang y Eng Bunker, provinientes de Siam, origen del nombre de gemelos siameses. Es curiosísimo cómo tenían vidas independientes, cada uno con sus respectivas mujeres tuvieron 10 y 12 hijos. Y digo "curiosísimo" porque me estoy imaginando el acto de concebirlos, no sé si el otro se quedaba allí, que no le quedaba más remedio, comiendo palomitas mientras lo veía o, ya que estamos, hacemos una orgía y se unía su mujer...

El caso es que a Chang le gustaba mucho el pirraque, y ésto le provocó una enfermedad que le condujo a la muerte, y que no afectaba en absoluto a la salud de su hermano gemelo. Así que imagínate la situación, cuando el hermano que queda vivo se encuentra a su hermano fallecido pegado a él. Algo de lo más surrealista y aterrador. El desenlace: el hermano que quedaba vivo murió a las pocas horas. Cuenta la leyenda que de miedo. Algo de verdad debe llevar esa afirmación. A mí al menos me daría algo...

Imágenes del cementerio judío de Praga. Un curioso lugar que aconsejo visitar. Octubre 2008. 

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