viernes, 29 de abril de 2011

No esperes...

Llevo unos días con un pequeño problema de salud. No es casi molesto, no duele, pero sabía que era un síntoma, para ser más correctos un signo, a tener en cuenta. Porque por el resto, yo estoy bien.
Para que no despertar tanta intriga: tengo una anisocoria. Y es que hasta para ponerme mala soy original.

El domingo cuando me percaté reconozco que me alarmé un poco. Es lo que pasa por trabajar en temas de salud y saber de qué van las cosas. Decidí que dejaría pasar el día y ver cómo evolucionaba.
Al ver que mejoraba, pero no desaparecía, decidí consultar con el médico. En este caso, con mi padre, puesto que mi médico de cabecera no tenía cita disponible hasta la semana siguiente. Él consultó con un compañero y le aconsejó que me pusiera en manos del neurólogo. Habló con un neurólogo y éste, por los síntomas, sugirió que me viesen cuanto antes, si podía ser, esa misma mañana.

Cuando así me lo contaba, no pensé en nada bueno. Es como si con esas palabras se confirmara la peor de mis sospechas. "Que la vean esta misma mañana". Cuando te lo dicen así es porque debe ser algo que no se puede dejar pasar.

En ese momento, reconozco, me vine un poco abajo. Me fui al extremo, un tumor cerebral. No sé por qué, tonterías mías, pero desde pequeña siempre imaginé que moriría de un tumor cerebral. Las cosas que se me ocurren...

Y en ese momento, automáticamente, mientras dejaba escapar un par de lagrimillas sin darme cuenta, pensé rápidamente, en unos segundos, en todas las cosas que me quedaban por hacer.
No me he casado, no he tenido hijos, me queda por conocer Japón, China y la India, y Viena, y Ámsterdam, Canadá, y tantísimos otros sitios que deseé y nunca era el momento... No he sido capaz, o no me he atrevido a enfrentarme a ello, de sacarme una plaza fija. Me quedan muchos libros por leer. Y todo el tiempo que pasas con la gente que quieres es poco. Y tengo aun muchos deseos por cumplir, muchas canciones que escuchar, muchas palabras que espero oír.

Aunque sí he visto otros lugares, muchos menos de los que quisiera, mucho más cerca de lo que me gustaría; sí he dicho a mucha gente cuánto la quiero, aunque nunca parezca suficiente y quizás haya alguien a quien me haya quedado por decir; publiqué unos poemas gracias a haber sido seleccionada a través de un concurso hace muchos años (démoslo por bueno como que he publicado un libro), planté un árbol, hice buenos amigos y de vez en cuando me gusta hacerles recordar cuan especiales son para mí con pequeños o grandes detalles. Al fin tengo un piso en propiedad, aunque la propiedad la comparta entre mi compañero y el banco. He vivido intensamente hasta mis rutinas. He reído mucho, y también llorado. Y he hecho muchas cosas de las que he aprendido, he ganado, también perdido, y han llenado ricamente mi bagaje personal. Por eso creo que no puedo arrepentirme de nada, aun siendo consciente de que todo no lo hice bien; al fin y al cabo, soy yo. No está bien arrepentirse de lo que eres, más aun si eso te hace crecer (aunque yo no levante poco más de metro y medio del suelo, todo hay que decirlo...) Quizás, si haya cosa de las que me arrepienta, serían aquellas que nunca llegué a hacer.

Supongo que esta especie de balance es algo así como lo que dicen que "ves pasar la vida por delante de tus ojos"

Alguien a quien tengo un cariño especial me dijo algo así como que podría ser una manera de llamarme la atención para disfrutar de las cosas que tengo. Y creo que así ha sido. Nunca me ha gustado hacer planes a largo plazo, pero sí soy mucho de dejar las cosas para otro momento. El momento, lo que tenemos, es sólo hoy. Y es con lo que debemos contar. Hoy más que nunca soy consciente de ello.

No os asustéis, no es ninguna carta de despedida, a pesar de haberme puesto tan dramática. Sólo quería compartir mi reflexión.
Para tranquilizaros os diré que me atendieron urgentemente y descartaron las posibles causas más graves. Sigo en estudio, pero ya más tranquila, puesto que todo lo que pudiera ser parece que sería un mal menor. A ver qué pasa.
Mientras tanto, mis pupilas me enseñan a ver la vida, nunca mejor dicho, con "puntos de vista diferente" (·_*)
;)



Mis pupilitas anisocóricas. Eso sí, esta vez provocado por una medicación controlada para pruebas previas a mi intervención de miopía (2007)

miércoles, 27 de abril de 2011

Olas que se rompen

A Neruda me hubiese gustado robarle unos versos. Más bien esos versos y sólo esos. Porque esa soy yo, lo ha escrito como si fuera yo, como si fuese yo la que se lo susurrase al oído. El mar habló por mí. Y se lo contó. Él puso las palabras. Me dejó sin voz. Y sin poema. Y aquí me quedé, esperando mi momento.

Y yo, mar que soy, mar que me siento, a veces no llego a ser más que un pequeño oasis en medio de una gran ciudad...

"Y se golpea el pecho repitiendo su nombre..."

sábado, 23 de abril de 2011

Oda al mar

Hoy, Día Internacional del Libro, tomo prestados estos versos de Neruda que me llenan y me describen, como ese Mar que llevo en mi nombre y en el corazón...




Aquí en la isla
el mar
y cuánto mar 

se sale de sí mismo
a cada rato, 
dice que sí, que no, 
que no, que no, que no, 
dice que si, en azul, 
en espuma, en galope, 
dice que no, que no. 
No puede estarse quieto,
me llamo mar, repite 
pegando en una piedra 
sin lograr convencerla, 
entonces 
con siete lenguas verdes
de siete perros verdes, 
de siete tigres verdes,
de siete mares verdes,
la recorre, la besa, 
la humedece
y se golpea el pecho 
repitiendo su nombre. 



Costa de Almería Mayo 2007





domingo, 17 de abril de 2011

De injusticias está el mundo lleno

Estos días he estado muchas veces a punto de escribir, pero al final el tiempo he tenido que dedicarlo a otras cosas. Y siempre resulta que nunca es un buen momento...

Me mueven a escribir los sentimientos. A menudo los sentimientos intimistas, pero también muchas veces la impotencia que me producen las injusticias, la frustración de no poder hacer nada por cambiar las cosas que veo de este mundo que no me gustan. Aunque también creo que a veces podemos hacer más de lo que pensamos que está en nuestra mano...

Estos días lo que me impulsaba a escribir era sacar a la Marilia guerrillera. Las injusticias, si no puedo combatirlas, al menos me reservo mi derecho a la pataleta en este espacio. Y si consigo que sea contagioso, mejor; objetivo cumplido.

Han pasado los días, y la verdad es que ahora que puedo compartirlas apenas recuerdo qué cosas me removieron dentro esas veces que quise escribir aquí.

Solo recuerdo el injusto caso de un padre que perdió la custodia de sus hijos por perder el empleo. Dos duros golpes a la vez, dos pérdidas de un golpe. Y me pregunto por qué, puesto que hay tantas madres que no tienen trabajo y tienen la custodia absoluta de sus hijos.
En este caso concreto, bien podría tener el padre los hijos a su cargo, que tiene todo el tiempo del mundo para dedicarles, y que fuese la mujer la que le pasase una pensión para mantenerlos ¿O no es así como se hace habitualmente, invirtiendo esos roles?
A ver si va a resultar que a los padres no se les puede dar la custodia nunca, porque cuando trabajan no tienen tiempo para encargarse de su prole, y cuando no trabajan, según la jueza de este caso "crea incertidumbre en su futuro como padre". Seguro que fue una ex-mujer despechada la que corrió a dar cuentas al juzgado de que el padre de sus hijos había perdido el empleo, porque al parecer le faltó tiempo para dar constancia de tal hecho.

Sólo me queda decir que siendo mujer estoy de acuerdo con todos los comentarios que han realizado todos los hombres a esta noticia. Esto no es feminismo ni igualdad. Eso es simplemente injusticia.


Hace un par de días también me corroía las entrañas algo más personal. Una parte incorregible (o espero que no, en ello estamos...) de mí que no me gusta nada, que dio paso a unos sentimientos que me hicieron reflexionar.

Estuve en otra ciudad, y aproveché para comprar cosas que tenía pendientes hacía tiempo. No era el mejor momento ahora para hacer esas adquisiciones, pero quería aprovechar de este modo el evitar pagar gastos de envío adicionales si las realizaba a posteriori. Sólo por eso me salté la "rehabilitación". Y siempre además encuentro algún regalo que sé que haría ilusión a alguna persona que aprecio. Eso es algo que no puedo evitar. Al menos soy compradora compulsiva solidaria/detallista...

Después es esta actitud la que me hace sentir culpable, comprando cosas de las que podría prescindir en una calle llena de gente pidiendo limosna que no tiene ni lo imprescindible. E intento acallar mi consciencia con una moneda de euro a un par de personas aquí y allí que tienen pinta de haber perdido su empleo ayer mismo. Sabiendo que este mes no estoy como para ir regalando, pero que hay gente que no es que no llegue a final de mes, sino que no pueden siquiera comenzarlo. Y yo al menos sé que el día 30 tendré segura mi nómina. Aunque en estos tiempos nunca se sabe...

sábado, 2 de abril de 2011

Sin red

He sentido, he amado, he sufrido, he reído, he llorado, he perdonado, me han perdonado, he deseado, me he ilusionado y desilusionado, y también he crecido; he vivido al fin y al cabo.


Y hoy no soy más que una gata que aprovecha su séptima vida y no quiere jugar a caminar por el borde de los tejados...




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