Estatua de Hachiko en la estación de Shibuya (Tokio)
Hace unos días vi algo que me impactó, consiguiendo encogerme el corazón. A todos lo primero que se nos viene a la cabeza cuando hablamos de sentimientos de animales son perros y gatos, con los que estamos tan acostumbrados a convivir. Pero ¿alguien ha pensado alguna vez en los sentimientos de un pájaro, por ejemplo?
Iba conduciendo durante mi jornada de trabajo y en el arcén vi uno de esos tantos animalitos que sufren el infortunio de que un golpe con un coche se lleve su vida por delante al cruzarse volando delante de él. Yo reconozco que soy muy sensible y no puedo evitar que estas cosas no dejen de afectarme. Pero lo que realmente me impactó no fue ver su cuerpo inerte en la carretera, o no sólo eso. Sobre él, otro pequeño gorrión no dejaba de saltar, moverse, intentar movilizarle, buscando inútilmente una reacción, sin llegar a comprender qué sucedía. Todo él era desesperación. Debía ser su compañero de viaje, o de vida. Y me dolió contemplar esa cruel escena.
Al fin y al cabo, no somos tan diferentes animales y humanos, que igual nos invade el dolor y la incomprensión cuando alguien a quien queremos nos deja de forma abrupta.