Creo que últimamente llevaba una racha de libros equivocados en momentos equivocados. Hasta que volvió a caer en mis manos su último libro, el de Lucía, que me ha devuelto la ilusión por leer. Al menos he vuelto a tener la sensación de ese libro que te engancha.
Sigo también su trayectoria a través de las redes sociales, las cuales actualiza ella personalmente. Además de su carrera como escritora me gusta su actitud personal, cómo se implica con causas que cree justas, y aprovecha su repercusión mediática para darles cabida y voz. Algo que admiro.
Su página es un lugar de denuncia social, de publicidad de su obra, pero también deja un pequeño rincón para algo más personal. Hace unos días precisamente hablaba de su hija, Allegra. El 20 de septiembre haría 9 años y Lucía pedía que quien tuviese su dirección le escribiese una felicitación, que le haría mucha ilusión, adora recibir correo. Al final fue tanta gente la que respondió que tuvo que dar una dirección para que todos los que nos prestamos a alegrarle el día pudiésemos hacerle llegar nuestras cartas.
Yo pensé que era una ocasión ideal para tener un detalle con Lucía, para hacer feliz a una niña, para recuperar la costumbre del correo postal, para poder hacer una postal a mano con todo el cariño, aunque fuese alguien a quien personalmente no conozco, pero imaginando que a ambas haría mucha ilusión
Recuerdo cuando fui a la firma de libros de Sevilla que iba vestida toda de violeta, y a Lucía le llamó la atención; me contó que a su hija le encantaba ese color, que siempre quería ir vestida con esas tonalidades, y le resultó curioso que compartiésemos esos gustos.
Pensé que algo en esos colores le iba a encantar a la niña. Rebusqué entre lo que tenía y desgraciadamente no encontré los tonos que buscaba, así que me apañé con algo lo más parecido posible y... manos a la obra.
Ya tenía todo lo necesario, solo era menester dedicarle un ratito para ponerme a ello, dedicarle tiempo.
Ay, el tiempo... lo más difícil... Pero cuando la causa merece la pena, se hace todo lo posible.
Quise mandarle también un regalito, pero Lucía especificaba explícitamente que no se enviasen paquetes, por lo que me decidí a hacerle un marcapáginas, que eso sí cabría en un sobre. Seguro que una niña de madre escritora sabría sacarle partido; ¡¡yo con su edad ya me bebía los libros!!
Y aquí os dejo con el resultado (en el interior de la tarjeta, digámoslo así, no he conseguido el resultado deseado, pero el aspecto exterior me ha encantado cómo ha quedado)
Debo disculparme por la calidad de las fotos, pero a las horas que tuve que hacerlas no disponía de mejor luz.
En el próximo post continuaré con una idea que surgió a raíz de esto que estoy contando de cartas, postales, gente desconocida, correo tradicional... Alguien me dio la idea y la tomé al vuelo. Ya os seguiré contando... Estoy llena de ilusión. Cada día me voy llenando de ilusión. Y eso me hace feliz