martes, 19 de noviembre de 2013

Y no lo quería saber...



Le quise contar que fuera le estarían esperando mariposas. Que yo no tenía alas, pero se las prestaría.
Que el miedo te aleja de los peligros... y también de las mejores cosas...

Le quise decir que todo era tan cierto como mi piel, como sus labios, como nuestros cuerpos.
Que todas las palabras que torpemente siempre me faltaban las podría escuchar en latidos.
O podría leerlas también en mis ojos. Aunque seguro las leyó.

Le quise hacer saber que todo el tiempo del mundo era nuestro en aquellos minutos, en aquellas cortas horas.
Que la distancia sólo está hecha de los muros que construyésemos.
Y que todo era más fácil de lo que queríamos creer. Pero ni siquiera lo imaginamos.

Le quise deshacer, no sé si ilusa, esa capa de hielo, ese baño de metal, esa coraza adherida. "Ad herida" ...


Le quise... le quise decir que le quise...
pero tenía miedo de querer


Seguiré cerrando bares y recuerdos.
No aprenderé nunca a retirarme a tiempo.
Dormiré en la calle, besaré otros fuegos.

"Tantas cosas" (Ismael Serrano)


lunes, 18 de noviembre de 2013

Todo lo que sube tiene que bajar

La espuma de la cerveza
Las mareas con la luna
La desilusión de la certeza
Grano de arena en la duna

La mentira en educadas palabras
Los sueños que vuelan alto
El nudo en la garganta
Las mariposas en el estómago


lunes, 11 de noviembre de 2013

La noche de los cristales rotos

Tal noche como la madrugada pasada, del 9 al 10 de noviembre de hace 75 años, sucedió la que se conoce como "La noche de los cristales rotos" Un linchamiento contra el pueblo judío, en el que se atracaron sus negocios, y destrozaron sinagogas, ataques que posteriormente se han llegado a considerar como el inicio del holocausto. Los cristales rotos hacen referencia a la cantidad de vidrio que cubrían las calles, pertenecientes a escaparates hechos añicos de los negocios y edificios de propiedad judía.

Casualmente hace unos días vi la película "La zona gris". Basada en la historia de los sonderkommandos judíos que se dedicaban en el campo de concentración de Auschwitz a trabajar en los hornos crematorios y cámaras de gas, a donde conducían al resto de prisioneros, a veces amigos y familiares, hacia su condena. A cambio recibían algún pequeño trato de favor, que duraría tan solo 3 ó 4 meses más, hasta que también ellos eran ejecutados y sustituidos por un nuevo comando.

Imagen: Dentro de una cámara de gas de Auschwitz


Lo que más me impresionó de la película no es la crudeza del relato. No es quedarme impactada cómo ellos mismos guiaban a sus compañeros hasta la muerte. No es ver la deshumanización del ser humano. Que también. Lo que más me impactó de todo ello es saber que todo eso ocurrió realmente. Y no llegar a comprender el porqué. El cómo se puede llegar hasta ahí. Los motivos. Qué puede haber que justifique tal barbarie. Nadie podrá darme una respuesta. Porque no la hay.

Precisamente ese mismo día, antes de ver la película, hablé escuetamente del tema en un comentario que un admirado bloguero podrá ver reconocido:
"No entiendo las guerras. Parece una frase hecha, pero es cierto que no entiendo cómo la avaricia y la codicia llegan a provocar muertes y más muertes. Porque tras un ideal, tras una religión, tras cualquier excusa que lleva a una guerra, siempre se esconden detrás el ansia de poder y riqueza. Y la disfrazan con argumentos; pero a mí los argumentos no me engañan"
(siento copiarlo literalmente, pero a veces me inspiro más al comentar que al intentar compartir lo que pienso o siento en mi blog)

Y es, siempre, la misma historia. La historia de todas las guerras. La incomprensible historia de todas las guerras...

lunes, 4 de noviembre de 2013

El tiempo que en la piel se dibuja


Por delante amarillos, otoño. Atrás dejamos el verde, vivo verano. 
Y estrenamos nuevas nostalgias

sábado, 2 de noviembre de 2013

¿Te atreves a soñar?

Ahora que tengo tan al alcance de mi mano mis sueños, que los toco con la punta de los dedos y parece que podrían desvanecerse; ahora que estoy en ese confuso lugar de no saber dónde estoy, ni estar segura de si el camino que elegí es el que me corresponde, o el que quiero; en ese momento de las dudas, las flaquezas, saber si seguir luchando, o más bien si eso por lo que lucho es lo que quiero, vi un vídeo que me hizo recordar que yo nací para soñar.
Y si sueño, tengo que seguir el camino de mis sueños. Porque no concibo mi vida sin mi "zona de aprendizaje".
Y tú, ¿te atreves a soñar?


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